
30 Jun
En Bolivia, la disminución en las tasas de vacunación tras la pandemia ha permitido el regreso de enfermedades como la varicela y el sarampión, que se creían controladas. Uno de los casos recientes es el de Nicolás, un niño de seis años que enfermó por no haber completado su esquema de inmunización. La causa principal no es la falta de vacunas, sino la propagación de mitos y desinformación que debilitan la confianza en la ciencia.
Desde supuestas relaciones con el autismo hasta ideas erróneas sobre los componentes de las vacunas, muchas creencias infundadas circulan libremente en redes sociales. Médicos y especialistas bolivianos, como la doctora Griselda Vargas, recalcan que las vacunas son seguras, salvan vidas y su aplicación no solo protege al individuo, sino también a toda la comunidad.
Uno de los mitos más peligrosos es creer que no vacunarse solo afecta a quien lo decide. En realidad, pone en riesgo a quienes no pueden inmunizarse por razones médicas, como pacientes con cáncer o inmunodeficiencias. La inmunidad colectiva depende de que la mayoría esté protegida. No se trata de una decisión personal, sino de una responsabilidad compartida.
La vacunación en Bolivia es gratuita y está disponible en todos los centros de salud públicos. Frente a los rebrotes actuales, las autoridades han lanzado campañas para recuperar la cobertura perdida. Vacunarse es un acto de conciencia social y una forma real de proteger el futuro de nuestras familias.